CIUDAD DE MÉXICO.- Los cientos de migrantes centroamericanos que avanzan hacia el norte en el sur de México han recibido constante cobertura mediática, pero en la agenda nacional predominan el elevado número de homicidios, el estancamiento de la economía y la lucha contra la corrupción, por lo que la agresiva respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador al paso de la caravana no ha generado una indignación generalizada.

López Obrador, un izquierdista que a lo largo de su campaña habló de la protección a los derechos humanos y de un trato más respetuoso a los migrantes, ha recibido algunas críticas de la izquierda, incluso dentro de su propio partido, por la recepción militarizada que México les ha dado a los migrantes que llegaron el fin de semana pasado por la frontera con Guatemala.

Sin embargo, en su conferencia de prensa de dos horas del jueves nadie le preguntó sobre la respuesta de su gobierno a la caravana, incluso cuando se había dado a conocer la noticia de que cientos de migrantes habían cruzado la frontera y avanzaban por una carretera mexicana.

López Obrador ha sido criticado de hacerle el trabajo al mandatario estadounidense Donald Trump al frenar de manera más agresiva el paso de las caravanas migrantes. La presión sobre el gobierno mexicano para que sea más enérgico en el bloqueo de la migración proviene más del gobierno estadounidense que de cualquier organismo en México.

El miércoles, se le prohibió al diputado federal Porfirio Muñoz Ledo _ miembro de Morena, el partido de López Obrador _ tomar la palabra en el recinto para hablar de los enfrentamientos de la Guardia Nacional con los migrantes el lunes pasado. Miembros de su propio partido le impidieron mostrar un video de la confrontación.

A través de Twitter, Muñoz Ledo dijo que las acciones de las autoridades mexicanas eran una “salvaje agresión”, y señaló que violan la constitución mexicana y los tratados internacionales que el país ha firmado.

El año pasado, el primer director del Instituto Nacional de Migración del gobierno de López Obrador — un académico y especialista en materia migratoria — renunció a su cargo después de que México se doblegó ante la presión de Washington.

Siendo un país con una larga historia migratoria, por lo general los mexicanos tienen gran empatía por los migrantes centroamericanos que atraviesan su territorio. Durante las primeras caravanas de 2018, los pobladores salieron al paso para darles agua y alimentos. Pero conforme se incrementó el paso de migrantes, también hubo un cambio de actitud, en particular en lugares que ya contaban con pocos recursos.

Para muchos mexicanos, la migración ha sido una realidad silenciosa. Pequeños grupos de personas siempre pasaban frente a ellos en su camino hacia el norte. Personas que vivían junto a las vías de tren por las que caminaban los migrantes hablan de darles un plato de comida o ayudarlos durante una emergencia.

Pero las caravanas son distintas. Miles de personas llegan repentinamente a una comunidad e instalan un campamento en la plaza principal. Cuando comenzaron a surgir quejas sobre la basura que dejaban a su paso, las caravanas designaron a personas para que se encargaran de la limpieza, exhortando a sus miembros a ser considerados con sus anfitriones.

Claudia Zamora, de 46 años y encargada de un pequeño comercio a un costado de la carretera de la comunidad de Frontera Hidalgo, fue un reflejo de la actitud contradictoria. Dijo que el paso de las caravanas era un “descontrol”, y el jueves estaba retirando sus bolsas de papas fritas en anticipación al paso de la caravana. Sin embargo, rápidamente añadió: “Debe de haber un motivo muy fuerte para emigrar. No me molesta si vienen con una buena intención de trabajar. Que Dios les bendiga”.

Nunca le han robado nada y a menudo se detienen a comprarle agua o cigarrillos y a descansar bajo un par de árboles a un costado de su puesto.

En Ciudad Hidalgo, las caravanas han generado una respuesta de seguridad. Muchos de los habitantes de esa ciudad, al igual que en cualquier comunidad fronteriza, viven del comercio de un país a otro. Muchos de los residentes han expresado su frustración con la caravana debido a que las autoridades mexicanas decidieron cerrar el puente internacional, evitando el tránsito de las personas.

Gran parte del comercio informal en balsas prevaleció, pero muchos guatemaltecos de Tecún Umán, acostumbrados a cruzar sin obstáculos para ir a trabajar, de compras o a visitar a familiares, no pudieron pasar a México al toparse con autoridades migratorias, que les pidieron que regresaran a su país.

Noé Serrato, de 39 años y agente de bienes raíces de la Ciudad de México, dijo que no culpa a López Obrador de los retenes contra las caravanas de migrantes.

“Sí lo veo mal, pero es el resultado de malas decisiones de gobiernos anteriores”, dijo Serrato, quien considera que la medida es un mal necesario. “Sí hay gente buena que quiere trabajar, pero también viene gente con malas intenciones, a hacer cosas malas”.

Fuente: AP

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