Astrónomos recientemente avistaron una extraordinaria partícula cósmica, bautizada como Amaterasu en honor a la diosa japonesa del sol. Esta partícula, una de las más energéticas jamás registradas, sorprendió a la comunidad científica al originarse en el Vacío Local, un área desolada junto a nuestra galaxia, la Vía Láctea.

Según el diario The Guardian, estas partículas solo pueden ser creadas por fenómenos cósmicos extremadamente violentos, más allá de la escala de una explosión estelar. Los científicos, perplejos ante la ausencia de explicaciones convencionales, señalaron en un artículo publicado en la revista Science que no encontraron ninguna fuente en esa región del espacio capaz de generar una partícula de tan alta energía.

La partícula Amaterasu posee una energía superior a los 240 exa-electron voltios (EeV), millones de veces más alta que las partículas generadas en el Gran Colisionador de Hadrones, la máquina más potente construida por humanos. Solo es superada por la partícula Oh-My-God, detectada en 1991 con una energía de 320 EeV.

Los investigadores sugieren que incluso fenómenos energéticos conocidos, como las supernovas, no son suficientes para explicar este evento. Toshihiro Fujii, profesor asociado en la Universidad Metropolitana de Osaka, plantea la posibilidad de un agujero negro supermasivo en el centro de otra galaxia como fuente de esta energía descomunal.

El Telescopio Array, ubicado en Utah, detectó la partícula Amaterasu y se encuentra en una posición única para captar rayos cósmicos de ultra alta energía. Su expansión, con 500 nuevos detectores, busca resolver el misterio. Sin embargo, seguir la trayectoria de estas partículas revela únicamente el vacío del espacio, generando especulaciones sobre campos magnéticos más fuertes de lo conocido o fuentes ocultas en el Vacío Local.

Los astrónomos concluyen que estas enigmáticas partículas cósmicas desafían las explicaciones convencionales, dejando a la comunidad científica con teorías salvajes sobre la naturaleza del espacio y el tiempo, o incluso la posibilidad de cuerdas cósmicas colisionando en un intrigante ballet celestial.

The Oh My God Particle
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