¿A quién no le gusta que lo halaguen o le digan te quiero?
Hoy contesté el teléfono, era uno de mis mejores amigos, pidiéndome un favor, después de explicarme rapidísimo lo que necesitaba y de contarme que estaba enojado por algo que acababa de suceder, la llamada no duró más de 2 minutos.
Justo antes de colgar me dijo “Te quiero, bye” y me sacó una enorme sonrisa, no me lo esperaba y escuchar estas palabras siempre apapachan el corazón, la cuestión es que se nos olvida decirlas seguido.
Lo que me puso a pensar fue justo eso, no había razón alguna, en el contexto de la llamada para esa despedida, sin embargo, el que fuese a hacer el favor que me pidió le dio a mi amigo confort en medio de su enojo, eso creo, y por eso se despidió así.
A veces decimos cosas sin pensar, cuando nos enojamos, por ejemplo, normalmente lastimamos a quienes más queremos porque somos viscerales, hablemos entonces desde la víscera también con la gente que amamos.
En estos tiempos de incertidumbre y de cambio contaste las palabras son el mejor confort que podemos dar, ya no tenemos abrazos, ya no podemos darnos la mano.
¿Qué nos queda entonces?
Pues las palabras. Usémoslas pues, les prometo que son igual de poderosas que el contacto físico, incluso la programación neurolingüística dice que escuchar frases positivas y de cariño ayudan a la formación de una mejor autopercepción en las personas, no solo cuando somos niños, durante toda la vida.
Entonces les dejo de tarea que una de sus próximas llamadas, o mensaje a algún amigo o familiar, sin razón aparente, antes de colgar lanzarle un “te quiero, bye” iniciemos una cadena de cariño que saque sonrisas y alegre corazones.
Diana Trejo, actual Coordinadora de la Carrera de Cinematografía en UDCI.