Diciembre 2016, crucé la frontera entre Tijuana y San Diego para emprender una travesía de aproximadamente 4 mil 500 kilómetros por carretera con destino a una de las ciudades más emblemáticas del mundo; Nueva York. El viaje pareciera el sueño cumplido de miles de personas, cruzar 22 Estados de Norte América, manejando un carro deportivo en compañía de una de tus mejores amigas, ver caer la noche en las frías y nevadas carreteras de Colorado, amanecer en un lugar donde tu mente jamás imaginó que estaría ahí y visitar lugares que solo tras de una pantalla habías tenido la oportunidad de ver.

Fotografía: Una Guayaba. Colorado 2016.

Desafortunadamente para mí, mi cuerpo fue el que realizó el viaje, reservé solo una mínima parte de mi mente para que me acompañara al trip de ensueño, todo lo que podía vivir, aprender y disfrutar, lo limité y compartí con lo que hubiera podido hacer y lo que haría en otras circunstancias, con otras personas, en diferentes momentos, más no me concentré en lo que pasaba con mi alrededor y dentro de mí en cada milla que avanzaba. Mi mente estaba repartida por todos lados; lugares, personas, situaciones y cosas, en cada paisaje a disfrutar comenzaba a recordar y tratar de solucionar problemas que no pertenecían a ese momento, la falta de capacidad de situarme en el aquí y en el ahora trajo como consecuencia que la experiencia no resultara reveladora y mágica.

La atención plena o “Mindfullness” en el aquí y en el ahora nos permite reconocer  lo que está sucediendo en nuestro entorno y nos conecta con nuestro presente, dejando atrás nuestro excesivo pensamiento en el pasado y la incertidumbre que provoca el futuro. Dejar de pensar en lo que vivimos o viviremos no es una tarea fácil, la inversión en tiempo y esfuerzo es alta y requiere de disciplina, sin embargo, las ganancias resultan incuantificables.  

Visitemos esa playa favorita y conectemos nuestros sentidos con el presente, disfrutemos; las fragancias de cada elemento que compone el entorno, la sensación que provoca la arena al tocar las plantas de tus pies, la temperatura del agua al conectarse con tu piel, la brisa marina que roza tu rostro, escucha el sonido que provocan las olas al romperse, respira profundo y siente, y conforme vayas sintiendo conéctate solo con el presente, eres tú y tus sentidos viviendo.

La plena atención del aquí y del ahora no solo es requerida en situaciones que pudieran resultar agradables, es de utilidad su aplicación en momentos adversos pues te hace consiente de la problemática y los sentimientos que ésta provoca en ti en el presente, reconocer qué sucede en tu mente y cuerpo cuando experimentas; ira, dolor, miedo, ansiedad, etc; te permite actuar con conciencia plena y genera aprendizaje en la resolución de problemas.

Presta atención al momento que tienes frente a ti a cada instante, vívelo con curiosidad, acéptalo  y deja que fluya contigo, al levantarte invierte 5 minutos para sentir tu respiración, inhala, exhala, siente tus manos, toca tu cara, eres tú, es aquí, es ahora.

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