Lo que sean o quienquiera que sean, siguen allá afuera. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos están tras ellos, pero en su próximo informe no presentarán la verdad completa y final sobre los ovnis.
La prometedora idea de que la alta inteligencia estadounidense finalmente intervendría — tras décadas de teorías de conspiración, programas televisivos, películas y bromas de presidentes — más bien cederá el paso a una realidad mundana que probablemente no cambie muchas opiniones en cualquier lado del debate.
Los investigadores no han encontrado evidencia de que los avistamientos estén vinculados con extraterrestres, pero tampoco pueden negar un vínculo. Dos funcionarios informados sobre el reporte que se presentará ante el Congreso en las próximas semanas dicen que el gobierno federal no puede ofrecer una explicación definitiva sobre fenómenos aéreos presenciados por pilotos militares.
El informe tampoco descarta que lo que han visto los pilotos sean nuevas tecnologías desarrolladas por otros países. Uno de los funcionarios señaló que no hay indicio de que los inexplicables fenómenos sean de programas secretos de Estados Unidos.
Los funcionarios hablaron bajo condición de anonimato por no estar autorizados a dar información públicamente. Los hallazgos fueron reportados en primera instancia por el periódico The New York Times.
El reporte examina múltiples avistamientos inexplicados de años recientes que en algunos casos han sido grabados en video por pilotos que exclaman sobre objetos voladores frente a ellos.
En diciembre, el Congreso exigió que el director de Seguridad Nacional (DNI por sus siglas en inglés) compilara y presentara un reporte sobre el conocimiento que tenía el gobierno de Estados Unidos sobre fenómenos aéreos no identificados (UPA, por sus siglas en inglés), más conocidos para el público como objetos voladores no identificados u ovnis. La esperada publicación de una versión no confidencial del reporte este mes representará un informe de estatus, no la última palabra, según uno de los funcionarios.
Una vocera del Pentágono, Sue Gough, se negó el viernes a comentar sobre reportes noticiosos acerca del informe. Agregó que la fuerza especial UAP del Pentágono está “trabajando activamente con la Oficina del Director de Seguridad Nacional en el reporte y la DNI proporcionará los hallazgos al Congreso”.
Cuando le preguntaron sobre el informe, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, comentó que “los viernes son siempre un poco descabellados”. Pero agregó: “Diré que consideramos los reportes de incursiones en nuestro espacio aéreo de cualquier aeronave —identificada o no identificada— con mucha seriedad e investigamos cada uno”.
Durante décadas, el Pentágono y la CIA han analizado reportes de aeronaves u otros objetos volando a velocidades o con trayectorias inexplicables.
El gobierno estadounidense considera seriamente los fenómenos aéreos no identificados debido al posible riesgo que supone para la seguridad nacional que un adversario vuele con una tecnología nueva sobre una base militar u otro sitio delicado, o debido a la perspectiva de un avance de Rusia o China que rebase las actuales capacidades de Estados Unidos. Las fuerzas armadas estadounidenses también ven esto como un problema de seguridad y protección, porque en muchos casos los pilotos que informaron haber visto fenómenos aéreos inexplicables efectuaban vuelos de entrenamiento de combate.
La falta de conclusiones firmes en el informe quizá decepcione a quienes las esperan, debido a la fascinación de muchos estadounidenses con los ovnis y con la posibilidad de que alienígenas se hayan puesto en contacto con la humanidad. Una historia reciente en “60 minutos”, de CBS, aumentó el interés en el informe del gobierno.
Luis Elizondo, extitular del Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas, del Pentágono, dijo que la aseveración de un funcionario de que no había vínculo alguno señalado con programas secretos estadounidenses sería importante Pero pidió al gobierno que sea totalmente transparente.
Con información de Agencia AP.